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miércoles, 8 de febrero de 2012

¿GENERACIÓN QUÉ?

Día a día vemos, leemos, escuchamos y hablamos sobre los problemas que nos rodean. Problemas que a nosotros, los más jóvenes, nos afectan especialmente. Aquellos que están bien situados, que tienen un buen puesto de trabajo, se han hartado de decir que los jóvenes de hoy no queremos trabajar, que nos lo han dado todo en bandeja y que no sabemos ni lo que queremos.

Sin embargo, hoy por hoy somos muchos los que día a día luchamos por no ser una carga para nuestros padres, por tener un trabajo digno y que se adapte a nuestra formación, y que además mataríamos  por tener un trabajo como el que tienen muchos de los que nos critican y de aquellos que se han atrevido a ponernos un sobrenombre.

En ese día a día nos topamos con artículos de periódico que nos ponen los pelos de punta, que nos llegan al alma, que nos sacan incluso una lágrimita. Desafortunadamente, no son lágrimas de felicidad, de alegría, más bien al contrario son lágrimas de añoranza, de impotencia, de indignación...

Somos una generación que nació en un momento histórico de progreso. Año a año veíamos como las cosas mejoraban a nuestro alrededor. Pasamos de beber Revoltosa a beber Cocacola. De comer yogures a punto de caducar a los famosos Petis. Nosotros también vimos esos cambios.

Afortunadamente hemos tenido la oportunidad de elegir. Algunos optaron en su momento por trabajar y tener una familia. Otros optamos por la universidad, una vía prometedora que además para muchos de nuestros padres era todo un logro. A base de esfuerzo y sacrificio habían logrado para sus hijos lo que tanto soñaban y lo que muchos de ellos no pudieron tener.

Tras esos años de bonanza, se ocultaba la cara oscura de nuestro presente, un presente que no hemos elegido. Muy pocos pensaron que eso no iba a durar eternamente. Todavía recuerdo las palabras de un profesor del instituto que nos decía que éramos una generación que iba a tener que cambiar de trabajo estable de cuatro a cinco veces. Éramos pocos los que lo escuchábamos pero a mí no se me olvidan esas palabras. Cada vez que leo sobre los problemas a los que se enfrenta la juventud, la imagen de aquel día me viene a la mente. ¡ Qué razón tenía!

Después de años de estudio y de sufrir los cambios del sistema educativo salimos a un mercado laboral que no se acerca ni un ápice a lo que esperábamos. Vemos que tantos años en la universidad no se valoran, que lo que en realidad cuenta es la experiencia, de la formación ni se acuerdan. Competimos con gente que lleva años trabajando por lo que acabamos cogiendo contratos basura para poder estar a la altura pero eso no es suficiente. Ahora nos piden idiomas.

Con el objetivo de completar nuestro curriculum y de mejorar el idioma, buscamos los medios para irnos al extranjero a trabajar. Es allí donde nos damos cuenta de nuestra realidad. España está muy lejos de ofrecernos un futuro. Queremos volver pero no podemos sobrevivir con un sueldo de 500€. No pedimos mucho, un sueldo de unos 1000€ pero esa cifra para un español es un privilegio.

No somos chaqueteros que se largan de España porque sí. Somos una generación que lo único que pide es un futuro y a ser posible cerca de los nuestros. Pero ante todo somos una generación cansada  de apodos: los nini, la fuga de cerebros, la generación perdida, los indignados... ¿Cuál será el próximo?

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